ENTREVISTA CON…JOAQUIN ARNAL
Hoy el protagonista de nuestra entrevista es Joaquín Arnal. Actualmente no entrena a ningún equipo. Dirigió al equipo senior de Monzón en dos etapas diferentes: De 1993 a 1998 al Caja Rural de Huesca Monzón y de 2001 a 2004 al Pinturas Lepanto Monzón. Destacar su participación en la fase de ascenso a Liga EBA que se organizó en Monzón.
¿Cómo fueron tus inicios en este deporte?
Fueron unos inicios muy curiosos, ya que yo no era una persona destinada para el baloncesto. Se me daban muy bien otros deportes como el tenis, el judo y el futbol. Tampoco tenia una estatura adecuada para hacer este deporte, lo que ocurre es que me fue llamando muchísimo la atención, ya que había un cura en marianistas, Antonio Arrieta, que vio que tenia facilidad para ello y a partir de ahí empecé a jugar a minibasket con 9-10 años y muy pronto a entrenar. Con 14 años compaginaba el jugar con mi equipo infantil o cadete con entrenar a benjamines. De hecho, no fue mi primer deporte porque se me daban mejor otros.
¿Qué supuso para ti tu llegada al Club Baloncesto Monzón?
Para mi han sido los mejores años de mi vida. Yo venía de una estructura super profesional en el baloncesto Zaragoza, donde se estuvo cerca de llegar a metas muy importantes y cuando atisbe que este proyecto estaba abocado a la desaparición, a través de Guillermo en una comida en un antiguo restaurante templario de Monzón sin hablar de contactos ni dinero, enseguida nos pusimos de acuerdo. De las cosas que mas orgulloso y feliz me ha hecho esta vida, es de pertenecer a este club en varias etapas, la primera que fue la más larga y luego en las otras tres veces que tuve que venir a echar una mano. Fueron unos años fantásticos e inolvidables y de hecho venir a Monzón es como volver a estar con mi familia.
En abril de 1995 el equipo logro con canasta sobre la bocina de Sito Alonso (actual entrenador UCAM Murcia) el campeonato liguero de segunda división ¿Qué sentiste en ese momento?
En ese momento casi lo hubiera matado. Recuerdo que planteamos una jugada en los últimos segundos, en la cual el balón le tenia que llegar a Javi Celigueta. La cosa salió totalmente bordada, ya que habíamos dejado a Celigueta solo y Sito se lanzó una semibomba con la mano izquierda saltándose todo lo que habíamos comentado y entro. Creo que es puntualmente la alegría mas grande. El deporte tiene la capacidad de que un gran éxito te hace enloquecer y en aquel momento, es la necesidad que hace abrazarte a toda la gente que quieres y te quiere.
Esa liga supuso la oportunidad de celebrar en el pabellón Joaquín Saludas, la fase de ascenso a EBA. ¿Qué valoración harías al equipo sobre su rendimiento en el mismo? ¿Fue buena la respuesta de la afición y los bufandas amarillas?
Aquello fue tremendo, un fenómeno espectacular. Que una ciudad con 15.000 habitantes metiera en un pabellón a alrededor de 2000 personas, es algo absolutamente increíble. Esto le dio al equipo un plus, que le permitió competir de igual a igual contra equipos de nivel magnifico. Basta repasar las plantillas de los equipos de entonces, para darte cuenta de lo que se consiguió. Fueron también días de una convivencia increíble, eso sí, es muy curioso porque hay cosas en la vida de las que te acuerdas todos los días y de esta época de mi vida, siempre hay algún ratillo durante la semana para el recuerdo del mismo. Era algo fantástico, verte arropado por una ciudad entera, gente de baloncesto y gente de otros deportes, el vivir una semana extraordinaria. Para Monzón seguro que esta fase tuvo la misma importancia que para el Real Zaragoza el gol de Nayim.
Tuviste la fortuna de ser el primer entrenador de liga EBA en nuestra ciudad ¿Qué recuerdos tienes de esa primera temporada?
De ese año y a toro pasado, nos pudo el corazón a la hora de planificar esa temporada. Había sido tan bonito el año anterior, que cometimos ciertos errores en la planificación. Que la gente se cuenta que la Liga EBA de entonces es como la LEB de ahora, ya que por encima de nosotros solo estaba la Liga ACB. Si repasamos los jugadores de aquellas temporadas y de lo que luego ha ido pasando por Monzón, nos daríamos cuenta de lo que nos venia encima. Fue una mezcla muy bonita a nivel humano de la gente que nos había dado el ascenso con los chicos que vinieron vinculados de Zaragoza. A pesar de que vivimos unos partidos preciosos, nos quedamos un poco cortos para competir, porque a los jugadores veteranos les pilla un poco mayores para jugar al 100% esa competición y los chavales que trajimos de la capital aragonesa, eran demasiado jóvenes todavía para competir con los transatlánticos que había.
Si de entre todos los que entrenaste en las temporadas que se jugaron en el pabellón viejo (Saludas), tuvieras que quedarte con un cinco inicial ¿A quiénes elegirías?
A nivel humano, sin duda, el quinteto del primer año, es decir, a Corvinos, Celigueta, Xavi Navarro y entre los tres grandes: Santos Termis, Nacho Revenga y Miguel Aso. A nivel deportivo, te diría Maluenda, Xavi Navarro, Pedro Escobedo, Juan Hernandez y posiblemente Marc Joan y Rogelio Legasa. Tampoco me olvidaría nunca de Jordi Muñoz.
El salto a el pabellón de Los Olímpicos supuso un gran cambio ¿Cómo influyo en el equipo? ¿Qué ventajas e inconvenientes observaste en este respecto al anterior?
Yo si que note un cambio. El cambio en ese progreso es a peor. Pasar de un pabellón el cual esta asequible a nivel de que todo el mundo puede venir andando, con muchas mas incomodidades para la práctica respecto al nuevo, pero mucho más caliente. En el cambio del año 1999 al 2005 cuando vuelvo, es la etapa en la que el mayor se va haciendo mayor y el joven empieza a tener una serie de alicientes fuera del baloncesto. Yo veo que se pierde en gran parte una identificación con el equipo. Hay un momento determinado que puede haber unas 400 personas en el nuevo pabellón, que quedaban espaciadas y en el viejo pabellón ver 600, parecía que estabas a reventar. Aquel cambio quito un poco el encanto que tenía el pabellón Saludas.
¿Cuál fue tu momento más especial?
Sin duda fue el primer año, para mi ese es capital y luego en el último año mío, en el que hay un momento que estamos con 7 partidos consecutivos ganados, que nos ponemos primeros y que se producen las lesiones de los dos bases. Aquellos dos meses a nivel competitivo fueron increíbles, hasta nos creímos que podíamos tirar más arriba. Luego las circunstancias fueron las que fueron. También hubo un momento muy importante que coincidió con el nacimiento de mis hijos, que fue cuando cogí al equipo en la temporada 2006-2007, creo que llevábamos 1 victoria y 12 derrotas y acabamos dándole la vuelta y salvarnos a falta de tres jornadas. Ahí me sentí muy orgulloso de la mano que pude echar.
¿Cuáles son las cualidades que debería tener un buen entrenador?
Aparte de las que todo el mundo pueda saber, un entrenador debe evolucionar de acuerdo a la sociedad. Tu no puedes comunicar igual ahora que hace 20 años. El entrenador de elite entrena cada vez menos porque hay tantos partidos que no te permite entrenar y cada día tiene que ser más estratégico. El entrenador de base tiene que ser muy justo y no ser utópico, es decir, no vale eso de que esto en mis tiempos no hubiera ocurrido. En conclusión, debe tener comunicación y capacidad de adaptación a la realidad deportiva y social.
Un buen entrenador tiene que tener junto a él a un gran equipo de ayudantes, en tu etapa aquí tuviste varios ¿con quienes te quedarías?
Lo fundamental de los ayudantes es que sean críticos contigo. Evidentemente Sito por todo a lo que ha llegado. En su etapa de jugador pensaba como entrenador, de hecho, en el último año tuvimos varios roces como jugador-entrenador porque pensaba más como entrenador que como jugador. Pero yo aquí en Monzón, destacaría a dos personas impagables: Pablo Vallejo, que no se mereció lo mal que lo paso cogiendo al equipo en un momento complicadísimo tanto a nivel deportivo como personal y Ramon Lahoz. Son personas de una capacidad, que posiblemente si hubieran salido a otros sitios, hubieran llegado francamente alto. No quiero olvidarme de Alberto Guiral, que fue fundamental en el primer año de liga EBA.
De todos los jugadores que has entrenado en tu etapa en Monzón ¿Ha habido alguno que hayas dicho: ¡QUE DESCUBRIMIENTO!
A mí me impresiono mucho Jordi Muñoz. Además, fue una idea de Sito, cuando lo mandábamos a un torneo de verano, vino entusiasmado con él. Fue algo tremendo. Hubo otros como Xavi Navarro, José Luis Maluenda que ya los conocía. Jordi tenía algo especial, un chaval de 1`95 que se peleaba con quien hiciese falta, que era un competidor nato. De todos los que tuve en Monzón, sin duda era el mejor. Luego, hay dos jugadores de los que tengo un recuerdo muy especial, uno por la clase que tenía y la pena fue que con un poco más de tiro hubiera llegado a jugar a un poco más de nivel, era Marc Joan y otro, que si sus problemas de rodillas y con un poco más de mala leche, que era Sergi Galán, hubieran llegado muy lejos.
Durante tus diferentes etapas en Monzón, conociste a muchas personas ¿De quién o quiénes guardas mejor recuerdo?
Me acuerdo mucho de la gente que me hizo la vida tan fácil, aquellas cervecitas en el Acapulco los viernes, el trato de la familia López (propietarios del Hostal Bellomonte). De los desayunos antes del partido y del vermut de después en el Sol y Sombra. De la hospitalidad de Ángel Mas en su Restaurante Piscis. De los empleados del pabellón, Santiago, Luis Mur, Rafa…siempre con una sonrisa para ayudarte más allá de sus obligaciones laborales. El equipo de las chicas, de las Nurias, Carol, Eva, Elena, Marian y cia que no tuvieron el reconocimiento que merecían por la transcendencia que tenía el baloncesto masculino y unas amigas de verdad. De esas noches difíciles en el Tucán tras perder un partido con Luis Lax. De todos esos directivos: Pepe y Javier Lorenzo, Fernando Martínez (mucho más que el hermano de Conchita), Laporta, Nacho Chaverri que venia siempre a todos los desplazamientos. Esas vueltas de Barcelona y pueblos de alrededor donde se perdía más veces que se ganaba y del que nunca salió un reproche. De Cheli el doctor, el que sacaba horas de donde fuera para curar a un jugador. Y termino con quizás los más especiales: Con Antoñito Martínez, la persona más buena que me he encontrado nunca. Aquella en lo que la cara es el espejo del alma, lo representa a la perfección. De Angelito Tolsa, al que creo que entre todos deberíamos haber hecho más por él. A Carlos Lasus, no se cuántas entrevistas me habrá hecho, siempre digo que fue como mi hermano mayor. Y a la familia Uguet, mi otra familia, la que siempre ha estado conmigo cuando lo he necesitado, la que me acogió en su casa como si fuera la mía, a pesar de que en mi primer día el perro no me dejo salir de la habitación para ir al baño(jajajajajaja). El resumen es que me siento muy afortunado de haber compartido tantas cosas (no siempre bonitas) con todos ellos.
A los que se inician en este deporte como jugadores o entrenadores ¿Qué consejos les darías?
A los jugadores, que no se pongan objetivos a corto plazo, ya que eso lo que hace es desmoralizarte. El problema en la sociedad en general y en el deporte en particular, es la falta de constancia. En el momento en el que un jugador recibe su primer revés, abandona. De alguna manera, no pasa nada si hay un chico que es mejor que yo y hace más de lo que yo puedo hacer. Y al entrenador que se forme. Hay entrenadores muy intuitivos, pero hay también otros que, si saben copiar lo bueno, también pueden ser buenos. Nadie nace genio. Saber copiar en su justa medida y la capacidad de adaptación al medio en el que estan son fundamentales para este.